Alejandro Noriega , Spanish mediocre writer is required from his refuge in a Norwegian archipelago to draft a UN report on the Zombie War in Spain . His initial reluctance to travel to the Iberian Penisula , occupied mostly by hordes of undead, disappear when , with a juicy sum of money , he is offer to knowthe whereabouts of his family , who disappeared during the initial phase of the pandemic . What begins as a task of collecting personal experiences on the zombie holocaust becomes a nightmarish journey, from the extended Gibraltar to the Toledo fortress, the Independent Basque or the nuclearized Barcelona , where Noriega is caught between two fronts who they fight over the mysterious Professor Saviola and the virus vaccine.
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"El tipo olía a sudor, a orina y a mierda. Estoy seguro de que se cagó allí mismo. Ahora lo tenía debajo y le clavé el luxador con todas mis fuerzas en el ojo que el pobre diablo mantenía intacto. Este reventó en el acto, llenando la cavidad de sangre. Dejé caer todo mi peso sobre el mango del Winter y en el esfuerzo le partí el tabique a Simón. Me dolían las manos, los brazos y los músculos del cuello. Oí asqueado el crujir de huesos, la punta del luxador se hundió todavía más en la cuenca y entonces Simón se quedó quieto. Muerto. Pero muerto de verdad. Aquello le había llegado al cerebro y se lo había dejado como el virgo de La Veneno.
Fuera el teléfono sonaba, pero yo no estaba para dar citas. Comprobé mi hombro. Los dientes no habían atravesado la tela. Bien. No hay que haberse visto toda la filmografía de Romero para saber lo que te pasa si un zombi te muerde. Cogí el cuerpo del gordo. Lo arrastré, dejándome la espalda, y lo escondí en la otra habitación de la consulta. Ya me desharía de él cuando volviese de Santo Domingo. Apestaría, pero no tanto como alertar a los vecinos. En aquel entonces no caí en que pudiera haber cometido un crimen. El puto gordo caníbal me había atacado. Me hubiese arrancado la tráquea de un bocado y se hubiese comido mis mondongos sin dudarlo si no llego a defenderme. Limpié la sangre, puse todo en su sitio, chapé la puerta principal y coloqué el cartel de Cerrado por vacaciones. Merecía un descanso. "
Carlos Rubio colgó su relato cuando la epidemia ya estaba desatada y por lo tanto no temía por su detención. Nunca volvió de Santo Domingo y sigue en paradero desconocido.
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Italian
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Already translated.
Translated by Floriana Sottile
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Portuguese
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Translated by Daniely Wense Iglezias
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