AGADÉ, una antigua leyenda sumeria, que narra como una floreciente ciudad es destruida debido a la prepotencia y soberbia de un rey
El pequeño Khanu, acompañado de su abuelo, cuida de sus cabras en un desierto de Asiria, cuando en una oscura noche, la visita de un extraño mendigo, quien invita a compartir su cena. El mendigo, como agradecimiento a su bienvenida, les cuenta la leyenda de Agadé, la ciudad erigida por Sargón, el primer rey de Acadia.
Libro de reciente publicación.
Tierra de Assur[1], siglo VII a.C.
El pequeño Khanu arrojó una rama al fuego y una multitud de pavesas ascendió en remolinos hacia el cielo, iluminando un oscuro firmamento tachonado por infinidad de titilantes estrellas. Hacía fresco, pues la noche en el desierto es gélida como la cima de las montañas más altas que coronan los montes Zagros[2]. Se acomodó la manta y frotó sus manos cerca de la lumbre. Tenía los ojos oscuros, el cabello lacio y negro y la piel tostada por las largas caminatas bajo el impenitente sol. Contaba con apenas seis años y era la primera vez que acompañaba a su abuelo, Adad-Ishkun, al mercado de ganado de Babilonia. Llevaban dos semanas transitando por aquellas baldías y áridas tierras, protegiendo a sus treinta cabras de la mirada acechante de águilas y chacales.
Les envolvía un profundo silencio, sólo roto por el crepitar de las llamas o el cencerro de alguna cabra inquieta. Debían permanecer con los ojos bien abiertos, pues la noche, además de portadora de malos espíritus, ocultaba bajo su negro manto a bandidos y demás alimañas hambrientas. El muchacho se hallaba asustado, pues era consciente de los peligros que acechaban tras las rocas que les rodeaban, pero intentó no revelar temor alguno. Era su primer viaje lejos de la aldea y quería demostrar a su abuelo que ya era lo suficientemente adulto para enfrentarse a toda clase de peligros. Pero el ulular de un búho le sobresaltó y escrutó en rededor buscando una amenaza que no encontró. Adad-Ishkun, un anciano de ojos claros y barba espesa y cana, sonrió en silencio y sacó de la alforja un pedazo de pan de trigo y algo de queso que puso sobre una esterilla.
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Italian
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Already translated.
Translated by Stefano Vazzola
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Author review: Una traducción muy ágil y precisa. Un gran trabajo |
Portuguese
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Already translated.
Translated by Andre Barroso
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Author review: Un trabajo muy rápido, en un sólo día ya tenía mi relato traducido. Recomendable |