Mi limitado, y lamentable, lenguaje metafórico es incapaz de describir el fenómeno que eres. No sirve para representar el fantástico mundo onírico de criaturas aladas, paisajes exuberantes y míticos seres que tu palabra y el imperio de tus oscuros ojos me muestran. He perdido mi tiempo escribiendo y componiendo torpes expresiones de poemas flojos que con inútiles comparaciones no terminan siendo ni obras de arte, ni manifestaciones puras de amor, ¿qué podría decir de ti que no sepas tú? Cualquier analogía presente es asunto del autor que no proviene de Dios ni de la magia vudú, ¿acaso podría decir que eres una flor?, ¿o que tienes luceros que alumbran el firmamento? Me pregunto si tengo permitido comparar el color del ocaso con el final de la vida, o de lo que siento, ¿acaso la primavera es comienzo y nacimiento?, ¿y octubre y otoño anuncian dolor?, ¿es verdad que se puede comparar la miel con la ternura y el tono violeta con lo que perdura? Ni que decir sobre la comparación de estrellas lejanas con algo tan absurdo como la utopía o peor aún comparar a la mujer con la poesía, en fin, esas son metáforas banas.
Es cierto… la poesía se alimenta de metáforas (para algunas personas pensarlas toma muchas horas) y las rimas sólo son un adorno del poema, para que me entiendan es “ponerle al taco crema”. Como bien mencionan los psicoanalistas, la creación de metáforas no es más que un síntoma: “una formación de compromiso”, unas cuantas pistas que den cuenta de lo reprimido, algo que el sujeto toma para poder representar su malestar. Me gusta pensar eso, me gusta pensar que la clínica no está tan alejada de la composición lírica. Y que esas creaciones me permiten tapar el monstruoso agujero psicótico y convertirlo en la miseria de un pobre neurótico, en este caso en un simple infortunio romántico.
A esta temprana hora de la madrugada,
hada mía, quiero recitar una antigua música de luna.
Una melodía sobre tu fresca fragancia de otoño.
Ñoño como soy, esta noche yo me octubresco.
En el brumario revolucionario y en el equinoccio
de las brisas bravas y las hojas muertas.
¡Oh, silueta floral! Tuya es mi morada
y morada es la luz que mis ojos absorben.
Tuya es la miel y mi elemento de vida eres tú.
Tuyas mis canciones y el atardecer,
ser de fuego yo al ver el cairel que baja a tu mejilla.
Ya no quiero saber nada de nadie, sólo de ti,
de octubre, de otoño, del color violeta, del jazmín,
porque la vida sin tu andar cualquier vida sería.
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English
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Translated by Ariadna Cortés
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Author review: Excelente traducción, respetando el sentido de las palabras y aportando calidad y puntualidad a la hora de entregar el trabajo. |
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Translated by Ricardo Marques
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Author review: Excelente traducción, respetando correctamente el sentido de las palabras. |