Por mucho que se explique sobre China, los viajeros saben que sin tener una guía en la que vengan los nombres de los monumentos, hoteles y restaurantes escritos en caracteres chinos, siempre se sentirá perdido. Esta fue la primera guía en España con más de 2.000 nombres en chino, una nueva aventura de la que me considero pionero, pues en aquellos años la integración de los caracteres chinos y españoles, era realmente compleja.
Genre: TRAVEL / Asia / ChinaLa editorial publico 3.000 libros, ya agotados.
Beijing es la capital de la República Popular China, la sede del Gobierno y del parlamento, y por lo tanto el centro de la vida política del país. Los chinos tienen un dicho: “para conocer la historia de hace milenios, hay que visitar Xi’an, la de los últimos siglos hay que visitar Beijing, la de la China moderna, hay que ir a Shanghai”. Y de hecho, Beijing, con sus 11 millones de habitantes, ha sido el escenario más importante de la historia China durante los últimos mil años. Su nombre significa capital del Norte, y según las tradiciones chinas, la capital del imperio debía reflejar en la tierra el mundo celestial. De hecho el viajero podrá comprobar como las antiguas capitales (Xi’an, Beijing) consisten en una serie de calles que discurren paralelas y perpendicularmente, en sucesivos anillos que según se alejan del centro de la ciudad (Palacio Imperial), disminuyen en importancia. El espíritu de Beijing está impregnado de ese aire de poder, de funcionarios atareados en sus labores de gobierno, de coches oficiales para un lado y otro, de los ciudadanos dejando pasar la vida en un aire de sempiterna indolencia, y de un pueblo duro y sufrido, resignado a las exageraciones del clima, cuyas existencias el viajero podrá vislumbrar antes de que desaparezcan en las profundidades de cualquier hutong sin nombre. Las calles de Beijing no son para pasear, ni para comerciar, sino para gobernar. Sus anchas avenidas repletas de automóviles son enormes cicatrices en la existencia del pueblo, que no obstante ha sabido mantener, con el paso de los años, un sorprendente gusto por la convivencia, y así no es raro encontrar de madrugada a miles de ciudadanos practicando taiji o qikong en los parques y espacios verdes,