Enrique, un inquieto adolescente, conoce a José, un anciano taxidermista que vive aislado y retirado de toda actividad. Entre ambos poco a poco se irá forjando una sólida amistad. El taxidermista enseña al joven el arte de disecar, pero también otros aspectos no menos importantes de la vida.
Pronto esta amigable relación encontrará un obstáculo: Enrique está a punto de desvelar un oscuro secreto que José lleva años guardando celosamente...
Una novela breve pero muy intensa que deja un poso difícil de olvidar. Una atmósfera que te va atrapando, y dos personajes que seducen por igual a adolescentes y adultos. La pasión por el arte, la devoción por el maestro y los enrevesados secretos de la mente sabiamente conjugados en una historia que ya ha atrapado a miles de lectores en todo el mundo.
Misterio, amor, arte, desarrollo personal y profundas reflexiones...
Esta novela ha estado varias veces en el TOP-10 en las categorías:
- Biografías
- Libros para adolescentes
- Ficción Infantil
Ha vendido más de 10.000 copias en todo el mundo, sólo en castellano (español).
I
La primera vez que llegué a su casa debía de contar yo dieciséis o diecisiete años, y él debía de rondar ya los setenta. Para mí era un verdadero honor que un hombre de su prestigio hubiera aceptado mi propuesta de hacerle una breve entrevista, con el propósito de completar un trabajo de bachillerato, que intencionadamente había centrado en la taxidermia. Le había telefoneado una semana antes, y él, escuetamente, me había citado para el siguiente sábado al mediodía, mostrando un cierto interés. Me imagino que tampoco debía de ser habitual que jovencitos le llamaran para conocer más de cerca su trabajo, y que quizá eso despertó su curiosidad.
Recuerdo que era principios de noviembre, y que pese a que la semana anterior había llovido casi todos los días aquel sábado había amanecido resplandeciente, con un sol cálido y brillante, de esos que tanto se agradecen en otoño. Tuve que coger un autobús, pues su casa se encontraba situada a unos diez kilómetros de la ciudad. Al llegar a la última parada, el conductor me indicó que debía de subir la pronunciada cuesta que llevaba al cementerio, donde arrancaban las montañas, y que la casa que buscaba era la penúltima, contando desde el camposanto. Subí el repecho andando pesadamente, tratando de escoger mis primeras palabras para causar una buena sensación, y atisbando en el interior de las viviendas unifamiliares, desperdigadas a un lado y a otro de la mal asfaltada carretera.
Language | Status |
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Italian
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Already translated.
Translated by Maria Paola Fortuna
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Portuguese
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Already translated.
Translated by Sara Maria Silva Cruz
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