Un matrimonio de recién casados adquiere un piso de segunda mano. En el trastero hay pertenencias del propietario, fallecido diez años atrás, y la intermediaria de la venta (una amiga de la actual propietaria) les dice que una vez adquieran el piso se pueden deshacer de esos efectos. Antes de cerrar el trato les hace un suculento descuento con una única condición: tendrán que conservar el baúl de tres cerrojos que hay en el trastero hasta que la propietaria (que reside en una residencia de ancianos) fallezca.
Genre: FICTION / CrimeNovela destacada entre las más vendidas desde el momento de su publicación
El joven matrimonio se encapricha del piso nada más verlo. Se lo muestra la señora Trinidad, una amiga de la propietaria. Fue ella quien insertó el anuncio en el semanario el Capgròs y quien los atendió cuando llamaron por teléfono.
Piso céntrico, bien situado, a menos de una hora de Barcelona en tren, o media hora en coche. Segunda planta. Pocos vecinos. Terraza. Trastero. Zona de fácil aparcamiento. Amueblado. Para entrar a vivir.
Sergio, como buen policía, se informa y sabe que el edificio lo mandó construir Anselmo Calenda, un conocido chatarrero de Mataró. Lo había edificado sobre un antiguo desguace de los años cincuenta que, cuando funcionaba, ocupaba toda la calle. Al desaparecer la empresa, el terreno se vendió y se construyeron varios edificios que conforman el barrio. Ese bloque fue el primero en edificarse y el dueño se quedó un piso en la segunda planta.
Trinidad tiene una edad indeterminada, difícil de precisar. Es de ese tipo de personas que lo mismo pueden tener sesenta años, como setenta u ochenta. La ausencia de arrugas y el caminar erguido le confiere un aspecto saludable. Cuando quedan frente al bloque les relata, como buena anciana, parte de su vida. Mientras habla hace esfuerzos para que no se le note que tiene que respirar por la boca, porque si no se ahoga.
—Enviudé cuando la guerra civil —les dice rebuscando la llave en su bolso.
No se lo creen. En ese caso, la señora debe tener noventa años como mínimo.
—Esperad aquí un momento —se excusa—, la llave me la he dejado en mi casa.
El matrimonio observa cómo camina recta por la acera y se mete en un portal que hay dos números más abajo.
Language | Status |
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