Era viernes cuando se conocieron y sábado cuando ella le robó el corazón, un corazón cuyo valor en el mercado alcanzaría los ciento cincuenta mil euros. Nadie sabría jamás que estaba emocionalmente roto, ni el cirujano encargado del trasplante, ni el afortunado receptor. Solo lo sabía Tati, que le había visto llorar desesperado tan solo unas horas antes; y ella, la que le tendió la trampa, porque el propio Gus se lo había contado mientras estaba siendo acechado. Pero, ¿a quién le importaba ya? A Gustavo no, desde luego. Tirado a cincuenta metros del camino, con el pecho abierto y la mirada vacía, parecía resignado. Definitivamente, ni lo suyo eran las mujeres, ni aquel había sido un buen día.
Al menos no estaba solo bajo la lona de plástico. Recostado sobre unos rollos de goteo, se había convertido en ecosistema y comenzó a recibir visitas, atraídas por el olor que liberaba el cuerpo. Primero vinieron las moscas, que revolotearon nerviosas a su alrededor, abanicándole el rostro con sus diminutas alas ...
«Un comienzo increíble, un estilo impecable y adictivo, Carne de primera es una novela que engancha desde el principio. Los personajes están bastantes bien trabajados y desarrollados». (Kur de papel)
Para ir a Los Infiernos, basta con girar a la derecha en el kilómetro 6 de la RM-19, la autovía que conecta San Javier con la A-30 en dirección a Murcia.
Cuando Gustavo tomó el desvío eran las dos de la mañana. Le acompañaba una joven que había conocido esa misma noche, pocas horas después de que Tati le hubiera dejado. Estaba oscuro, porque los caminos rurales no suelen disponer de alumbrado; la única iluminación era la de los faros de la furgoneta, que circulaba por el centro de la vía invadiendo el carril izquierdo. Entre risas y caricias dejaron atrás la primera curva, el vehículo se detuvo a la izquierda de la cuneta, señalando con los faros unos arbustos resecos y una lona de plástico que alguien había tirado en el descampado. Se besaron. Iba un poco bebido, contento de haber conocido a alguien que le ofreciera compañía en aquellos amargos momentos. Ella tenía unos ojos burlones, manos juguetonas y labios con sabor a ginebra. Justo lo que necesitaba. Después de todo, encontrar compañía que te brinde consuelo cuando tienes el corazón roto es un pequeño milagro que la química explica: se liberan endorfinas, los niveles de dopamina suben y el cuerpo experimenta la euforia. Podría haber ido a ensayar, a fumar unos petas con los amigos, haberse hartado a reír y el efecto sobre su estado de ánimo habría sido el mismo. Todos sabemos que un pensamiento regulador, en ocasiones, puede ayudar a mantener el rumbo; pero Gustavo no quería eso y eligió tomar el camino de la autocompasión. Aunque sabía que su relación con Tati no había tenido mucho sentido, decidió abandonarse a la desesperación y representar su particular melodrama ante el mundo.
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English
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Already translated.
Translated by Guadalupe Lopez
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Author review: Excelente traductora. Meticulosa, responsable y comprometida con su trabajo. Un auténtico placer trabajar con ella. |
Portuguese
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Translation in progress.
Translated by Isabel Valente Ferraz
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