Documentar la agresión blanca a los pueblos indígenas a lo largo de quinientos años en América del Norte, del Centro y del Sur es una tarea como para ocupar a una generación de historiadores. Utilizando el género tan bellamente empleado por Eduardo Galeano en su obra monumental sobre la historia de América "Memoria del Fuego", me decidí por elegir una serie de escenas que pudieran ejemplificar procesos de agresión que fueron generalizados,abarcando a la vez desde el extremo norte (Groenlandia y las Islas Aleutianas) al extremo sur (Tierra del Fuego).
De esta forma Abya-Yala está compuesto por más de 600 escenas ordenadas cronologicamente que abarcan todos los países del continente. El algunas de ellas la descripción de la realidad es desgarradora, en otras en medio de la tragedia hay un toque poético que abre de alguna forma, una puerta a la esperanza. Entre el dolor y la ternura, entre la deseperación y la esperanza se van abriendo ante el lector una serie de claves en principio insospechadas.
El libro demuestra claramente la existencia de una continuidad espacio temporal, en la que los ciudadanos de todos los países que llegaron a América establecen una primera globalización: la de la opresión y la dominación, de la que sus descendientes que fundan las modernas repúblicas son sólo continuadores.
Es un libro imprescindible para conocer la historia de América, necesario para entender el supuesto atraso de poblaciones que han sido despojadas de todo y relegadas a las capas más bajas de la sociedad.
Genre: HISTORY / Americas (North, Central, South, West Indies)The book was published in 1992. 3.000 copies. After some years was sold out. I made a new version for Amazon in 2018.
1492 DOCE DE OCTUBRE GUANAHANÍ
Acaban treinta y cinco largos días de navegación por el océano tenebroso. Empieza la tragedia en Abya-Yala. Un puñado de europeos sucios y hambrientos, desde las cubiertas de sus naves se preparan para el desembarco. Mientras maniobran para aproximarse a la costa de una isla que los nativos llaman Guanahaní, sus rostros se llenan de sueños, sus almas de oro.
Un grupo de aborígenes, curioso, se acerca a recibir a los extraños marineros. Su desnudez inocente y pacífica contrasta vivamente' con la carga de ropas, hierros y ambiciones que agota a los españoles. Una multitud de Lucayos cada vez más numerosa observa cómo los viajeros toman tierra entre banderas de colores y reflejos dorados. Asombrados presencian cómo los españoles realizan una extraña ceremonia que suponen de agradecimiento a los dioses por el feliz final de un viaje sin duda largo. No pueden imaginar que Colón ha tomado posesión de su tierra en nombre de unos lejanos reyes a los que sirve.
La pacífica condición de los Lucayos sorprende a Colón, que piensa será más fácil convertirlos a la fe cristiana con amor que con dolor. Muestra su paz entregándoles bonetes y cuentas de vidrio que se ponen al cuello, la sella exhibiendo unas espadas que los Lucayos toman por el filo cortándose las manos. Atento permanece a cualquier rastro de oro, mientras calcula llevarse a unos cuantos indios que le servirán de intérpretes.
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