Dicen que lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas…
El problema es que no sé ni lo que está pasando con mi vida.
No conozco mi origen, el presente es un caos y sin saberlo me adentro en un futuro lleno de criaturas celestiales que creía inexistentes.
Me llamo Holly, soy un poco extravagante pero nada fuera de lo común, bueno, si omitimos que veo a un ser alado y misterioso que me persigue.
Los demás lo llaman esquizofrenia. Yo lo llamo mi hombre sexy y misterioso, o Alistair para los amigos.
Adéntrate en el mundo de los Arcontes y descubre que hay cosas que no son lo que parecen. En la ciudad del juego donde todo es posible suceden cosas que nadie imagina.
Una lucha milenaria debe llegar a su fin y yo soy su única esperanza.
Ha estado en los tops durante un tiempo, casi 100 reseñas, la mayoría positivas. Tiene ventas constantes desde que salió hace años.
Prólogo.
Mi vida era todo lo normal que puede ser una vida cuando a tu lado no hay nadie que sea un referente que te indique lo que debes hacer para avanzar en el duro camino de vivir.
Trabajo todos los días para seguir adelante junto a mi amiga Kayla, viviendo lo más normal que una mujer como yo puede hacerlo, rodeada de clientes que vuelven una y otra vez a mi tienda gracias a mi desbordante simpatía, característica que aprendí a moldear con el paso de los años.
Mi sonrisa lleva grabada en mi rostro sin desaparecer casi desde que tengo memoria. Un efectivo mecanismo de autodefensa que mucha gente cree exasperante.
Hasta para él la mantuve…
Entró en la tienda silencioso, como si fuera un espectro y sus andares fuesen como los de un ninja con la misión de pasar desapercibido. Algo a su alrededor me hizo creer que no era real. No conseguía ver su rostro, estaba cubierto por una capucha oscura que ensombrecía su mirada y apenas pude apreciar nada. Alto, seductor… tenía pinta de estar muy bueno, pocos de los que entraban lo estaban, pero su forma de actuar me descolocó.
—Al fin te he encontrado —exclamó. Su voz era misteriosa, suave, pero llena de fuerza. Su tono denotaba un conocimiento sobre mí que yo no comprendía.