Corre el año 1997 cuando Rebeca Marín, hija de un militar de rango, decide presentarse a las pruebas de acceso de la Policía Nacional, contraviniendo los deseos de su madre. Tras superar el proceso selectivo, y pasar nueve meses en la escuela de Ávila, su primer destino es Barcelona. En unos días, un inspector con mala fama entre el resto de compañeros, aparece asesinado de un solo tiro en la cabeza. Las primeras investigaciones arrojan que quizá el asesino es otro policía, porque la bala coincide con el arma reglamentaria. Esa noche, Rebeca se percata de que le han robado su pistola. Una llamada anónima le ofrece un trato: recuperar su arma a cambio de algo que ella tendrá que hacer. Si no acepta, la podrían acusar del crimen.
Genre: FICTION / Mystery & Detective / Police ProceduralNovela policíaca que desde su publicación ha destacado en las más vendidas en su género.
Cuando echo la vista atrás, después de haber cumplido veinticuatro años, me doy cuenta de que realmente nunca hice nada especial o destacable en mi hasta entonces insulsa vida, al menos hasta que cumplí los veintiuno. Estudié la educación primaria, como todo el mundo. El bachiller, como casi todo el mundo. Y luego fui a la universidad. Mis compañeras de clase, desde que cumplimos los catorce años, siempre estaban hablando de sexo. La mayoría, al menos de boquilla, se habían tirado a la práctica totalidad de chicos guapos del colegio, instituto o universidad, según correspondiera en cada época. Yo, por mi parte, nunca me había atrevido a algo más que unos inocentes besos o algún toqueteo esporádico. Pero, cuando hablábamos de ello entre nosotras, yo siempre asentía como si ya hubiera tenido varias experiencias. Recuerdo que en esos años, a finales de los ochenta y principios de los noventa, a una adolescente que hubiera tenido muchas relaciones, se la trataba como a una buscona, mientras que a los chicos se les aplaudía. Ya, por aquel entonces, me percaté de las diferencias notables que había entre los hombres y las mujeres.
—Rebeca, el mundo es de los hombres —me dijo mi madre en más de una ocasión.
Vivíamos en la calle Jerónimo Zurita, de Zaragoza. Mi padre era militar de rango, coronel del ejército, por lo tanto chapado a la antigua. Y mi madre trabajaba como dependienta en una perfumería de la calle del Coso. A mi padre no le gustaba que ella trabajara, porque suponía un descrédito hacia él. Aseguraba que un hombre de la cabeza a los pies, era aquel capaz de sostener económicamente a su familia.
Language | Status |
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English
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Translation in progress.
Translated by Taofeekat Arowolo
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