La Libélula, protectora del bosque, fue elegida y todo el reino de las hadas lo celebró pero esa fue la historia de la hermana gemela de Hannah.
Ella fracasó, se sumió en la desesperación y cayó en la depresión. Perdió su posición en la corte, a su familia, su hogar e incluso fue expulsada de la orden de los morganianos. No tenía nada.
Cuando le ofrecen la oportunidad de recuperar su antigua vida, Hannah no lo duda dos veces y acepta recuperar la legendaria Rosa dorada, un artefacto antiguo perdido de las hadas. En su viaje la acompaña Damon, un videnti con un propósito misterioso y que será la luz que ilumine su camino.
Lo que parecía una tarea sencilla se complica cuando unas sombras primigenias despiertan y amenazan con destruir todo lo que conocen y hacer suyo Cenystel. Una oscuridad que hace enloquecer al más bravo guerrero y la magia no será suficiente para detenerlos.
Hannah deberá decidir si es más importante recuperar su gloria perdida o salvar su hogar.
A lo largo de la historia Cenystel ha disfrutado de eras de armonía y de paz pero, tanto debido a la magia como a la longevidad de sus habitantes, también ha sufrido caos y oscuridad.
La luz siempre ha prevalecido pero ciertos horrores, sombras que devoraban todo a su paso, eran imposibles de destruir por lo que muchos monstruos fueron encarcelados y olvidados con el paso del tiempo. Aquella época se la conoció como la Era del terror.
Mientras ellos esperaban y aguardaban su momento, el tiempo y la capacidad de olvidar eran el enemigo de los propios cenystelianos.
Su paciencia se vio recompensada cuando tuvo lugar la aberración a manos de los morganianos. Dos Libélulas, una de ellas creada por la magia más perversa de todas. Una vida que nunca debió de existir. E inevitablemente la guerra de las dos Libélulas.
Durante la batalla en la última prueba de la diosa Lunalasathia, mientras las dos jóvenes hadas luchaban por ser la elegida, hubo una perturbación en el bosque que lo sacudió por entero hasta sus entrañas. Hasta el mismísimo corazón y en los lugares olvidados y prohibidos.
En ese desequilibrio, los árboles aullaron y la tierra tembló. Ningún adarathielano recordaba ya la voz del bosque pero en ese día todos escucharon alto y claro sus palabras.
Mientras la Libélula era escogida y se empezaba a sellar el destino de Adarathiel, algo en las profundidades del bosque se resquebrajó y se rompió en miles de fragmentos de cristal que al caer provocaron un sonido de lamentos anticipando lo que iba a acontecer. Nadie lo escuchó. Nadie estaba cerca para contemplar la oscuridad que fue liberada de su prisión.