Todo comenzó con aquel extraño accidente aéreo en medio del África negra, que liberó un agente vírico desconocido. En pocos días el patógeno se extendió por todo el planeta, causando una pandemia a escala mundial. La mayoría de países están reaccionando con extrema dureza para frenar la propagación del virus, pero todos los intentos parecen ser en vano. La pandemia se está cobrando millones de muertos día tras día.
Juan es un joven que vive en Carballo, un pueblo gallego situado muy cerca del océano Atlántico. Tendrá que ver, minuto a minuto, como lo que empezó como un incidente aislado se va convirtiendo en una seria amenaza para la civilización. En medio del Apocalipsis se están sucediendo hechos extraños que no dejan claro que el virus haya aparecido de forma fortuita, como se pensó en un primer momento. Todo apunta a que detrás de la pandemia se esconde algo más.
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Prólogo
-Recibe, Señor, a tu siervo en el lugar que debe esperar de tu misericordia. Libra, Señor, el alma de tu siervo de todos los peligros del infierno, de los lazos, de las penas y de todas las tribulaciones. Dale, señor, el descanso eterno y brille para él la luz perpetua, descanse en paz. Amén.
El celador, apoyado sobre una de las camillas metálicas de la morgue del hospital Carlos III de Madrid, observaba cómo el párroco daba la extremaunción a aquel cadáver:
-Sebastián, ya he acabado, puede continuar –dijo el cura, llamando la atención del celador.
El bedel, vestido con un traje de cirujano de color verde, cogió una funda para cadáveres de uno de los armarios, mientras que decía:
-Qué raro verle por aquí, padre. ¿No ha podido darle la extremaunción en vida?
-No ha podido ser. Este pobre hombre era misionero en África. Por desgracia contrajo una extraña enfermedad; el gobierno logró repatriarlo, pero no consiguieron salvar su vida. A las pocas horas de despegar falleció y llegó a Madrid ya cadáver. De todas formas, seguro que era un buen cristiano, no tengo dudas de que el señor lo acogerá en su seno.
-Vaya por Dios. Está claro que la suerte no le acompañó. Además de lo que me cuenta, nadie ha reclamado su cuerpo y el hospital no ha sido capaz de localizar a ningún familiar –añadió el celador, intentando desplegar la funda.
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English
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Translation in progress.
Translated by Gabriela Cuellar
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