La guerra se fragua a los dos lados del Muro de Caronte, una frontera cada vez más difusa. Las diferencias fragmentan la unión en Luzaria, mientras que en Noctia despiertan males oscuros, largamente adormecidos, recursos desesperados con altos precios como reclamo.
June está en medio de esa frágil frontera que se cae a pedazos y su corazón y su cabeza dirimen mil batallas atroces que la llevarán hasta los más básicos orígenes de cada bando.
Por su parte, Adrien está decidido a quedarse para apoyar a Resryon y afrontar lo que venga con todas las consecuencias. Su nueva condición le otorga mayores garantías ante el conflicto que se avecina, pero aún necesita algo más si quiere poder aportar a la lucha.La alianzas se tambalean, son frágiles y al final, solo queda aquello que se antoja tan insignificante que nadie contó con ello ni lo consideró un peligro: la Praes. La legión de formación puede albergar claves que nadie sospechaba y los más jóvenes e inexpertos pueden convertirse en un último asidero.
Demasiado arriesgado. Demasiado improbable. Pero Resryon parece dispuesto a todo. Y Adrien no puede dejar de preguntarse si el amor es capaz de imponerse en un corazón lleno de odio.
Ezenlar sujetaba con fuerza la empuñadura de su espada, mientras una furia asesina le apretaba el estómago, arañándolo, retorciéndolo. Durante los combates solía escuchar una vocecilla susurrándole dentro de su cabeza, apremiándolo a no dejar rival en pie. Por momentos, amenazaba con volverlo loco y desataba en él una rabia que acompañaba al mensaje, liberándolo solo en el momento en el que su adversario besaba el suelo.
Ham trataba de ponerse en pie y lo logró con un arduo esfuerzo. Suspiró hondamente y se pasó el antebrazo por la boca para limpiarse la sangre. Los dos muchachos se dedicaron una mirada desafiante mientras los murmullos se prendían en torno a ellos, hablando de admiración y regocijo; no en vano, un combate entre ambos siempre aseguraba sangre y diversión.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Sirthak, sentado sobre las viejas cajas vacías de suministros—. ¿Puedes seguir?