Bienvenidos a la era de los virus y los hologramas
En el futuro, varios siglos después de la época actual, los avances médicos permitirán que la población no enferme. Tales avances médicos debilitarán nuestro sistema inmunológico, dejándolo expuesto a multitud de nuevos virus mortales.
Carolina y Keysi, dos jóvenes virólogas sin demasiado en común, serán las encargadas de luchar contra los nuevos virus, encontrando antígenos que los hagan desaparecer, a la vez que tendrán que descubrirse a sí mismas, mientras lidian con su complicada vida privada. Las dos compañeras forjarán una amistad que las hará crecer como personas. Todo se complicará cuando la cura de varios de estos virus se convierta en una tarea imposible y el planeta se enfrente a una situación crítica.
Por otro lado, Mónica, una mujer joven, viuda, con dos hijos y sin trabajo, tendrá que luchar por sobrevivir en una sociedad ultramoderna, donde la tecnología lo ha invadido todo, y donde los empleos escasean. Su vida cambiará drásticamente al enamorarse del hombre equivocado.
Atrévete a adentrarte en la era holográfica, un mundo futurista, lleno de tecnología, y donde la humanidad tendrá que enfrentarse a varios retos, incluida su posible propia extinción. ¿Conseguirán las dos jóvenes virólogas encontrar un antígeno que salve el mundo? ¿Logrará Mónica sacar adelante a su familia?
El libro estuvo en los primeros puestos de ventas el primer mes. Desde entonces siempre ha estado alrededor del puesto 100.
En un laboratorio trabajaba Carolina, una chica de veinticinco años de Mallorca que, además, estaba realizando una tesis sobre biología. Estudiaba virus que afectaban a humanos de forma mortal. Buscaba posibles antígenos y luego, cuando creía que estaban listos, los probaba con “las probetas humanas”.
Las probetas humanas eran personas que se dedicaban a usar su cuerpo a modo de ensayo clínico. Primero les inyectaban el virus y luego el antígeno. Se sometían a multitud de pruebas antes, durante y después del proceso. Cualquiera podía ser una probeta humana (ProHu), la única condición era ser mayor de edad y no tener ninguna enfermedad mental que afectara a la capacidad de decisión. Los laboratorios les pagaban bastante bien. Aunque al principio la sociedad lo rechazaba, con el tiempo se hicieron populares. En la actualidad existían listas de espera.
Las probetas humanas existían de forma legal desde hacía doscientos años, cuando el gobierno de Finlandia legalizó estos experimentos con humanos. Luego llegaron otros países, hasta que la mayoría se unió. Antes de legalizarse, esta práctica era ilegal y penada con cárcel para los trabajadores de los laboratorios.
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