Un admirado académico que esconde un extraordinario secreto y una mujer en extremo introvertida, tendrán que enfrentarse a un régimen autoritario –basado en el sistema de gobierno aristocrático ideado por Platón–, en medio de un planeta inhóspito con aire irrespirable, que obliga a los seres humanos a vivir confinados dentro de un domo. Entre ellos surge el amor, sin imaginar que ese sentimiento acabará siendo la pieza clave de un plan que no admite otra pasión que no sea el deseo de libertad.
Hace más de setecientos años, unos cuantos idealistas abandonaron la Tierra, alarmados por las amenazas que la Inteligencia Artificial planteaba a la preservación de la raza humana. Se establecieron en un planeta al que llamaron Esperanza que, si bien inhóspito y con aire irrespirable, les permitió vivir ocultos y les proporcionó los materiales que necesitaban para construir un Domo, debajo del cual pudieron establecer una nueva sociedad. Con el tiempo, sin embargo, la élite gobernante —una arrogante casta de familias— decidió instaurar un régimen totalitario basado en el sistema de gobierno ideado por Platón, el filósofo de la antigua Grecia.
A raíz de ello, surgieron los conflictos y las rencillas, demostrando que los deseos de libertad y de justicia son inherentes a la naturaleza humana. En medio de ese caldo de cultivo, Everest Leoni, un prestigioso y avezado académico, lidera a un aguerrido grupo de hombres y mujeres que aprendieron a moverse en las sombras para desafiar al régimen. En medio de esa lucha, conoce a Viena Hart, una mujer introvertida que trata de ayudarlo. Entre ellos surge el amor, sin imaginar que ese sentimiento acabará siendo la pieza clave de un plan que no admite otra pasión que no sea el deseo de libertad.
Genre: FICTION / Science Fiction / CyberpunkLa novela es de reciente pubicación, pero ya ha alcanzado el puesto 51144 del ranking general de Amazon.es y se mantiene dentro de los primeros cien mil.
Viena estaba frente al espejo, probándose su quinto pantalón y su tercera blusa. Por alguna razón, nada parecía quedarle bien ese día. Finalmente, escogió algo que juzgó aceptable: un suéter ligero al que modificó a través de su Interfaz para cambiarle el color a verde agua, unos jeans azules y unas botas beige; también un abrigo, ya que afuera hacía cada vez más frío.
Una vez en la oficina del profesor Leoni, su amiga androide la saludó de nuevo:
—Buenos días, señorita Hart. Gracias por ser puntual —luego se paró y le señaló la puerta de la oficina principal—. El profesor Leoni la está esperando.
—Gracias —respondió ella, intentado contener sus nervios.
Cruzó la puerta mientras se mordía el labio y se arreglaba el cabello, y entró a la oficina. El particular aroma que flotaba fuera era quizás más intenso en el interior que, decorado con el mismo estilo de la antesala, se apreciaba más sobrio, con un sabor académico y masculino que se reflejaba sobre todo en el sólido escritorio de madera que se encontraba en la pared opuesta a la puerta, coronado por el cuadro de algún ilustre que Viena no logró reconocer. Normalmente, los escritorios se usaban solo para decorar las oficinas o servir de apoyo para algún esquema que, por casualidad, se hubiera impreso. Pero, en este caso, el escritorio estaba lleno de papeles, libretas y hasta algunos bolígrafos. Reliquias, siempre reliquias alrededor de aquel hombre.