No trates de averiguar cosas que no se deben saber, Ariadna. Los hombres siempre se vengan de quienes saben.
Esta obra se concibe como un entramado infernal, un laberinto que va de lo borroso a lo nítido, del caos al orden, del engaño a la verdad. Pero la verdad suele ser dolorosa cuando se la niega, y lo es todavía más cuando se la pervierte.
UNA VERDAD QUE RETUMBA Y UNA SALIDA… HACIA ARRIBA
Los griegos siempre vieron misteriosos a los laberintos, pero ninguno fue tan fundamental como el de Dédalo, el «laberinto» por antonomasia, porque es la morada del Minotauro, ese «monstruo», ese espejo que nos horroriza porque nos reflejamos en él. La obra, por supuesto, está siempre más allá de sus páginas. El resto es silencio.
LABERINTOS se estrenó en el teatro El Cubo, de Buenos Aires, el 15 de septiembre de 2012 con el auspicio de la Fundación Helénica en Argentina.
El libro presenta, además del texto de la obra, la introducción, estudio posliminar y notas del autor y un análisis por el filóssofo Jonathan A. Georgalis.
Genre: DRAMA / GeneralAriadna — ¿Cómo es Asterión? ¿Cómo es ese hermano mío que no conozco y que fue abrazado por los mismos brazos en los que me acurruqué tantas veces? ¡Esa voz, dioses! ¡Esa voz!... ¿Cómo es, Filometer? ¿Decime cómo es? Seguro que tiene algo parecido a mí. O a vos, porque los niños llevan la mirada de quienes los ven crecer. ¡Vamos, nodriza, hablame esta mañana!
Nodriza — Basta, Ariadna, te lo suplico. ¡Respetá este corazón gastado en su casa de huesos y sangre!
Ariadna — ¡Pero hablo de Asterión!
Nodriza — Asterión tuvo que sufrir con tu madre el dolor del nacimiento. ¡Él no tenía que haber nacido!
Ariadna — ¿Qué decís? ¿Por qué todos lo tratan así?
Nodriza — No tenía que haber sido concebido. ¡Fue un error!
Ariadna — ¿Por qué Dédalo le construyó esta cárcel?
Nodriza — No quieras saber, hija. Saber mucho es peligroso, te hace vieja.
Ariadna — Amaría mis arrugas… ¿Oís, Filometer? Canta este hermano mío, porque sabe que el aire le pertenece.
Nodriza — ¡Salgamos! ¡Salgamos de este lugar! ¡Ahora!
Ariadna — No tengas miedo. Él canta, sólo canta.
Nodriza — El que habla cuando está preso siempre es peligroso. El que escucha y calla, es mucho más peligroso todavía. Pero el que canta... ¡el que canta!... ¡Vámonos antes de que se rompa el límite! ¡Vamos! ¡Vamos!