Nicole es la dueña de la tienda "Hierbas Curativas". Ella es una eterna soñadora, fiel creyente del destino y del amor a primera vista.
Ralph visita por segunda vez Nueva York, con la intención de conocer la tienda ubicada en Central Park "Hierbas Curativas" ya que admira a la gente que, con los avances de la medicina, siga creyendo en el poder curativo de las plantas.
Todo cambiará cuando Ralph y Nicole se conozcan. Se sentirán atraídos de inmediato.
Pero, ¿qué pasará cuando Nicole descubra que Ralph es la misma persona que le enseñó a su bisabuela el arte de curar con las plantas?
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"...la escritora fomenta de manera sutil que el lector acabe siendo un espectador indiscutible en primera fila de esta hermosa, inesperada, curiosa e intensa historia de amor entre Nicole & Rafael que en todo momento te arranca una tierna sonrisa" - Blog Adicta Books
Genre: FICTION / Romance / ParanormalEn dos años de publicado, este relato supera los 200 ejemplares vendidos.
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Ella quería saber, y él estaba dispuesto a explicarle todo.
—¿Quién te enseñó a preparar el suero de la verdad?
—Mi abuela —respondió ella caminando hacia el mostrador para tomar la fotografía y enseñársela a Ralph—. Y a ella le enseñó su madre.
De mi bisabuela es que provienen todos estos conocimientos —le dijo entregándole la foto. Luego se acomodó de nuevo en el sofá—. Y según me contaba la abuela, mi bisabuela adquirió todos estos conocimientos de un ser especial.
Ralph sonrió con nostalgia mientras veía la foto.
—Ya lo sé —vio a Nicole directamente a los ojos—. Fui yo quien le enseñó.
—¿Eres uno de esos seres especiales? —le preguntó Nicole con mucha curiosidad y sin darse cuenta se acercó más a él—, porque esa sería la única explicación lógica a que seas la misma persona que está con mi bisabuela en esa foto.
Ralph no contestó con palabras.
Se puso de pie, se quitó la chaqueta y la camisa que traía puesta.
Nicole intentó disimular su expresión ante aquello que veía.
¡Santo Cielo! Ese hombre era lo más cercano a la perfección que había visto en su vida..
Ralph la miró con timidez. Y ella quedó hipnotizada ante la tímida mirada de aquellos ojos verdes.
Por fin Ralph se armó de valor, respiró profundo, se dio la vuelta y desplegó en su totalidad un par de alas blancas y de gran tamaño que nacían en su espalda.