Isabella Lombardi quiere ser agente de moda y va a hacer lo que esté en sus manos para serlo. David Gallagher un ex modelos cotizado que ahora es agente de modas hará todo lo posible por ser el mejor en su estilo.
Ambos ni buscan amor ni quieren encontrarlo, los dos están bien donde están y mal que bien, conformes con su vida.
En un fastuoso evento, mientras David escapa de una mujer, se ve atrapado por los hermosos ojos de una bella joven que se encontraba apoyada en la barra tomando sidra y calzando ¿zapatos deportivos? Y como mosca a la miel se acerca a la joven que no está menos embelesada admirando al hermoso hombre que se le ha acercado a hablarle.
Su atracción pronto se transforma en un sentimiento que conocen pero no se atreven a reconocer.
Mientras Isabella descubre que se ha enamorado del mismo hombre que había amado mientras era una adolescente y David comprende que esa mujer es lo que él siempre estuvo buscando, el destino les hace escoger entre su relación, la confianza, el amor y, el trabajo, sus ambiciones y sus superación personal.
La vida pone a prueba sus decisiones cuando Michelle, la modelo de quien Isabella fue asistente y una buena amiga de David tiene un accidente que cambia su vida y la visión de Isabella y David de la de ellos.
Alguien tiene que sacrificar algo, alguien tiene que ceder ¿Pero lo que sienten el uno por el otro será lo suficientemente fuerte para que cada uno abandone por lo que han trabajado toda su vida?
Quizá el amor no sea más fuertes que las ganas de ser el agente de modas más famoso de Europa.
Al igual que Café y Martinis, su primera novela, las tramas de Helena se centran en el amor y la amistad, en la aventura de ser mujer, siempre con un toque de humor y con una línea ligera y divertida.
Genre: FICTION / Contemporary WomenCuando lancé La Chica de los deportivos años atrás estuvo varios meses en el top 100 de amazon. He vendido más de 4000 ejemplares y siento que estoy preparada para lanzar este libro a otros mercados.
Capítulo Uno
O las ventajas de ser modelo – David
La vida de un modelo es muy difícil. Todos los viajes, los hoteles, los aviones, la mala comida, no recordar donde te acuestas, no saber dónde te despiertas, estar lejos de amigos y familia... las fiestas, las modelos, la "amigas", las bebidas, el acceso casi ilimitado a todos lados... bueno, la vida de modelo no era tan grave. Lo sabía muy bien. Fui modelo por casi diez años pero me di cuenta que no podía continuar esa vida. Así como disfrutaba diez veces más, me desgastaba el doble más rápido.
Antes de entrar al mundo de la moda, ya había conseguido un titulo de publicidad y mercadeo en una prestigiosa universidad londinense. Así que ya tenía la teoría para crear mi imagen.
Una vez que gané mucho dinero caminando por las pasarelas de Paris, Milán, Londres y Nueva York, de haber posado infinitas veces para GQ, Men's health, Vogue o cualquier revista masculina y aprender cómo era la "movida" en el medio, decidí empezar mi retiro y ser agente de moda. Ahí era donde estaba el dinero.
Más allá de mi amor por el medio de la moda, mi amor por el dinero era mayor, y todavía más si tenía las mismas ventajas del modelaje.
Ya conocía a todas y cada una de las personas que controlaban ese mundo, que no eran muchas. Al final, eso era lo que tenía que saber, y esa tarea ya la había hecho desde el año uno de mi carrera.
No era un tipo controlador, era un “planificador”. Desde siempre me gustó la buena vida, por eso me esforcé por ser el mejor, aunque no siempre tuve esa “buena vida”, de hecho tuve muchas dificultades económicas.