Hueso de Goma es un chico que tiene su estructura ósea blanda, por lo que necesita un exoesqueleto para moverse. Él es uno de esos bichos raros que todos recordamos en algún que otro pupitre de nuestra clase.
Con ganas de convertirse en un gran villano. Saldrá a la aventura desde joven para reunir a un grupo con el que lograr grandes hazañas, cuales retumbarían al continente Cleoteneo y, si hacen falta… a todo el Tecnocírculo.
¿Qué es el Tecnocírculo? Es un mundo futurista inundado de fantasía y ciencia ficción, al mismo tiempo que de habilidades sobrehumanas y raras. Es tan diverso este mundo que podremos ver grandes dosis de acción, aventura, humor y situaciones inverosímiles.
Genre: YOUNG ADULT FICTION / Humorous / GeneralEl libro se ha distribuido en digital y físico con un nivel de ventas aceptable, aunque no muy alto. Durante un día en el que se dejó su versión digital gratis, pasó la cifra de 200 adquisiciones. Cuenta con diversas reseñas por internet (principalmente en blogs y youtube) buenas en su totalidad.
Capítulo 1: Hueso de Goma
Sumarium era una famosa y turística ciudad del Cleoteneo. Tan solo había que poner los pies sobre el paseo marítimo, recorriendo en paralelo las cálidas playas de arena, para percatarse de eso. Parques de atracciones, parques verdes, centros comerciales… Todo era abundante, rico y próspero, con olor salino.
Por las mañanas solía haber menos lugareños que por las tardes. En ese primer horario, normalmente, los adultos solían estar trabajando y los niños, rodeados de aburridos libros de texto, si no escaqueándose.
Situándonos en la hora de recreo del colegio, un solitario chico caminaba a través del patio, observando cómo el resto se divertía en pequeños y grandes grupos. Los de su clase, los de otros cursos… todos disfrutaban mientras que él paseaba.
De repente, un compañero de clase le interceptó. El chico sin mediar palabra, le dio su bocadillo. Después, hizo lo mismo con su zumo. Aquel compañero de clase se retiró con una sonrisa, dejando a nuestro pobre chico solo de nuevo.
—¡Gracias, Hueso! —exclamó el amable ladrón.
Se miró las manos y confirmó que ya no tenía su merienda. Suspiró. Aquel chico se llamaba Babá Hood, pero le llamaban Hueso de Goma, o simplemente Hueso, si tenían la debida confianza o prepotencia. A él le gustaba aquel apodo. La razón de este se remontaba doce años atrás, al día de su nacimiento.
Fue un día ajetreado, y no precisamente por los dolores del parto, porque estos apenas existieron. La madre llegó a afirmar que fue como expulsar de su útero una bolsa de plástico en lugar de un recién nacido.