When nobody else seeks the truth. Or when nobody wants to tell it. They do the research. They bring it to light. They live in the shade, but they work in full light. A murderer. His confession. They are HeroLeaks.
HeroLeaks has just received a leak: a series of detailed documents that narrate shocking first-person murders. What if the complaint came from the murderer himself? HeroLeaks will have to launch all its resources to discover the network and the enormous implications of these murders.
JJ works by piece, locked up in La Guarida, to identify the victims and his executioner, but he does not know that this search will put his life, and that of many others, in serious danger.
From the capital of the Black Forest, Freiburg, to the streets of Los Angeles, passing through Madrid or New York, the novel follows the trail of those murders and the members of HeroLeaks, admirers of Julian Assange, Manning, Snowden, Falciani and so many other revelers of high level secrets.
Do not miss the leak that will change your existence ... and ours.
Published on December 2017 the book was within the top 20 in the "Acción y aventura- Misterio, thriller y suspense -Thriller y suspense section, during the first three months with a drop right after that, almost reaching 100 sales. Best position was number 7. Now working on launching in other platforms, second book of the series, and translation into other langauges. Also, contemplating a full analysis of the cover, title (English title for Spanish audiences was not a good idea) and improving the sinopsis.
20 de noviembre de 2022
«Nunca bajar la guardia». Ese había sido su eslogan mental, grabado a fuego en su cerebro, durante los últimos cinco años. En la tesitura en la que estaba su mente se lo volvía a recordar, como si el cuchillo ardiente que utilizaba para ese tatuaje neuronal volviera a repasar la tipografía: «Nunca bajar la guardia», en el preciso momento en que lo que se bajaba a toda prisa eran los pantalones cortos de monte a la vez que corría estilo pingüino para evitar escapes y finalmente chocaba con la esquelética puerta entreabierta del cuarto de baño cayendo de bruces sobre una taza cubierta de una fina película de mugre que, para su fortuna —o desgracia— estaba cerrada.
«No puede ser», se repetía a sí mismo mientras su vientre rugía con crueldad justo antes de que una nueva oleada —la tercera en quince minutos— estrujara sus intestinos con inusitada violencia luchando por expulsar al exterior lo que fuera que tuviera ahí dentro.
No llegó a sentarse. Es más, no logró siquiera levantar la tapa. En apenas unos segundos se vio nadando, literalmente, en mierda, arrodillado frente al retrete, sin poder moverse y sin fuerzas para incorporarse. El hombre se retorcía junto a la taza del inodoro mientras su mente intentaba esclarecer lo ocurrido, del mismo modo que solía hacer antes, en su antiguo empleo, después de terminar un trabajo. Repasó mentalmente todos los pasos que había dado desde que entró en aquel restaurante. «¡La mejor carne argentina!», le habían tentado. Joder, había entrado ahí por casualidad.