Charlie y Sylvie Parker han creado la receta perfecta para tener unas navidades mágicas, junto a sus hijos.
Quieren encauzar la vida amorosa de los cuatro antes de marcharse a disfrutar de su ansiada jubilación, viajando por todo el mundo. Pero la inesperada llegada de uno de ellos, acompañado de Sam, una amiga muy especial, pondrá todos los planes patas arriba.
A partir de ese momento nada saldrá como estaba planeado; enredos, confusiones y secretos por fin desvelados, pondrán en peligro tan estudiado plan. ¿Evitará este contratiempo que la magia de la navidad llegue a los corazones de toda la familia?
Genre: FICTION / Romance / GeneralEres la nata de mi chocolate, fue el segundo título de la Colección bocaditos, una colección de novelas cortas, intensas y muy románticas. En cuanto salió publicada, quedó entre los primeros puestos de venta en romántica tanto en Amazon.com, como Amazon. es
Ha obtenido unas críticas inmejorables tanto de la crítica especializada como de los lectores.
—¿Por qué? ¡Lo estás haciendo genial! Y no vas a decir que dormir conmigo te supone ahora un problema. No es la primera vez que lo hacemos…
—No, no es la primera vez que lo hacemos, pero en circunstancias muy distintas; después de una fiesta de borrachera, o aquella vez que nos fuimos a esquiar a Aspen y tu dormitorio tenía roto el tiro de la chimenea. No en casa de tus padres, fingiendo ser tu novia y con él… con él…
A Sam se le hizo un nudo en la garganta que no le dejó decir una palabra más, mientras señalaba la puerta. El enfado y los nervios la superaron y finalmente su rostro se encogió en un puchero y comenzó a llorar.
—¡Sam, cariño!
Patrick fue corriendo a abrazarla.
—Tu hermano es el señor San Valentín —dijo en un sollozo quedo.
—Sí, eso parece —Patrick le acarició el cabello mientras ella seguía llorando contra su pecho.
—Y cree que soy una especie de golfa devora-hombres… —Sam se sorbió las lágrimas.
—Este jersey es de cashmere…
Sam no dejó de llorar.
—Armani, quinientos dólares…
—¡Maldita sea, Patrick! ¡Olvídate del estúpido jersey!
—El jersey no puede ser estúpido, no tiene capacidad para ello. Pero es precioso. Un elegante y sobrio jersey de cashmere que si me destrozas con tu llanto, no podré volver a ponerme.
Sam levantó el rostro y su mirada furiosa, casi incendiaria, hizo refulgir sus ojos castaños de manera psicótica.