El reclutamiento de los videojugadores ha llevado al campamento más avanzado del mundo a cerca de treinta mil jóvenes, hombres y mujeres, quienes por medio de la tecnología han salvado mundos fantásticos y enfrentado hordas de seres infernales en múltiples ocasiones.
¿Podrán lograrlo de nuevo en la vida real?
Bajo las órdenes del teniente Edium, encargado de la preparación física y mental de los mejores videojugadores del mundo, se ha conformado al Grupo 1, quienes serán los primeros en demostrar al mundo lo que realmente los GAMERS pueden lograr.
Pero estos jóvenes que se convertirán en GAMERS, acostumbrados a la vida civil, presas aún de su propia inexperiencia, no se imaginan los horrores que conlleva la vida militar, y debido a la dureza del teniente y lo impío de su entrenamiento, surgen problemas que ponen en riesgo el correcto desarrollo del programa y la salvación de la humanidad.
El tiempo se agota para iniciar el contraataque y la confianza en el programa comienza a disminuir mientras que los demonios siguen multiplicándose allá afuera, donde antes existían ciudades pobladas.
El Programa GAMER - TORMENTA DE FUEGO es la continuación de los eventos de LA ERA DE LOS SHEITANS y comienza justo donde la otra terminó. Conoce de qué forma la táctica inusual de la humanidad es puesta en práctica, con la esperanza de evitar la propia extinción.
Restos metálicos y humeantes descansaban sobre la tierra, alrededor de los cuales unos pocos árboles se mecían con un suave y cálido viento que levantaba pequeñas nubes de polvo en el suelo, las que viajaban despacio sobre las rocas y pasto alrededor. Bajo esas nubes de polvo un rastro; huellas, muchas de ellas, acompañadas por líneas de algo pesado que horadaba la tierra; todo viajando en una dirección, como una gran familia unida.
Pedazos de metal estaban esparcidos a lo lejos, aquí una placa, por allá un tornillo; largos filamentos metálicos, afilados y unidos al centro entre ellos, estaban enterrados no muy lejos; sólo unas piezas sobresalían de la tierra. Eran hélices de un helicóptero, y los restos metálicos eran piezas de esa aeronave.
Un grupo de individuos camina despacio a un centenar de metros desde donde reposaban aquellos restos, se veían cansados, heridos. Algunos arrastraban grandes placas de metal sobre las que viajaban más personas, las cuales no se movían, no respiraban.
Era una veintena de caminantes, vestían uniformes del ejército, cargaban rifles; sudaban, tenían su ropa manchada de sangre. Ricco, Paxon y Velásquez entre ellos, cansados, heridos, pero vivos.
—¿Qué más dicen? —Preguntó Velásquez a Ricco, que se comunicaba por medio de la radio con el centro de comando.
—Tardarán al menos un día en llegar, quizá más.
—¿Y pretenden que sobrevivamos un día completo aquí, a la intemperie? ¿No vieron lo cerca que están de nosotros esas cosas?
—No vi que hubiera alguna ciudad, no hay gente aquí, estaremos bien.