La guerra contra los sheitans finalmente ha comenzado, los GAMERS completaron su preparación y fueron desplegados al campo de batalla donde, por primera vez, no contarán con vidas, continues ni passwords.
Con el Grupo 1 desintegrado al ser enviados a diferentes zonas de las que no pueden saber si volverán con vida, se ven inmersos en el verdadero terror que es enfrentar a los seres demoníacos que son los sheitans.
En la superficie los GAMERS luchan ferozmente en contra de las enormes criaturas que ahora caminan sobre la tierra; mientras en el subsuelo, los GAMERS de élite pretenden llevar la guerra hasta el mismo infierno y aniquilar a todos los demonios de un sólo golpe, antes que éstos salgan a la superficie.
El Programa GAMER - INFIERNO EN LA TIERRA es la continuación de los eventos de TORMENTA DE FUEGO, se trata del volumen más sangriento y oscuro de la trilogía. Los GAMERS luchan por sus vidas en contra de enemigos que parecen salidos del infierno. Las balas son disparadas, las bombas estallan y gente muere en la guerra por la supervivencia.
Ha llegado el momento en que la humanidad retome el planeta y mande a los sheitans de regreso al infierno.
Parecía una migración normal, una ordinaria carrera de gacelas que escapaba a toda velocidad de algún depredador. Eran pequeños, oscuros y corrían en manada, muy juntos unos de otros, siempre en la misma dirección y girando al unísono como si fuera una coreografía bien ensayada ante un duro público; sólo que esas criaturas no eran gacelas.
—¿Qué mira capitana? —Ricco se acercó sonriendo a la chica, estaba sentada a la orilla, pegada a la ventana y viendo hacia afuera desde dentro del helicóptero; aún no sabían a dónde iban. Sharon sonrió sin voltear a verlo, sus ojos estaban fijos en el pequeño grupo de sheitans que corría hacia una dirección desconocida.
—Parecen… animales comunes. —Dijo ella. —¿No crees?
—No, ellos no son animales… y definitivamente no son comunes.
—Pero míralos bien. —Insistió volteando a ver a Ricco, sus ojos muy azules, más penetrantes que nunca, se clavaron en los ojos verdes del antiguo capitán. —Corren como en manada, ni siquiera se preocupan por nosotros aquí arriba; no parecen tan peligrosos.
—No desde aquí. —Interrumpió Velásquez. —No dan tanto miedo cuando se está a cinco mil metros de altura. Si estuviéramos más cerca no dejarían de arrojarnos bolas de fuego.
Sharon no compartía la opinión general, había visto de cerca varios sheitans, había estado más cerca que nadie de uno, los había visto a los ojos; algo en ellos le causaba cierta lástima que, si bien no le impedía matarlos cuando era necesario, cada vez le era más difícil de sobrellevar.