Brianna Read una joven común y corriente de Filadelfia, universitaria y muy estudiosa ha vivido enamorada desde su adolescencia de Alexander Wright, el joven más atractivo y popular de la secundaria. Pero para su desdicha él nunca mostró ningún interés en ella. Mientras trabajaba de enfermera en un hospital, se entera de un aparatoso accidente donde un joven está al borde de la muerte y en estado de coma. Poco después él despierta y Brianna descubre que era Alexander, pero éste no logra recordar nada de su vida y por no llevar documentos en el momento de su accidente nunca pudo ser identificado. Solamente ella sabe la verdad y decide callar.
¿Qué harías tú si estuvieras en su lugar? ¿Callarías y le ocultarías quién es en realidad, sólo para tenerlo a tu lado y poder conquistarlo? Pero no todo es color de rosa, tiempo después Alexander recupera la memoria y lo descubre todo. ¿Le perdonará él engaño?
El deseo de Brianna Read, una fabulosa historia de amor, narrada por la mujer que lo vivió y su lucha por conquistar a costa de lo que sea al amor de un hombre.
Se preguntarán cuál es mi deseo. Por el momento les diré que es el único que he tenido en toda mi vida. Lo he anhelado por años y me acompañará hasta el día que muera. Es mi gran deseo de amor.
Antes que nada les hablaré un poco de mí. Me llamo Brianna Read y vivo en la ciudad de Filadelfia, en el estado de Pensilvania. Siempre me caractericé por ser una chica común y corriente; de esas a las que la gente casi ni voltea mirar; aunque no soy para nada fea. Sólo fui un poco descuidada y despreocupada en mi juventud. Mi estatura es media y la edad de diecinueve años tenía el cabello largo hasta la cintura; ondulado, algo despeinado y de color negro azabache, debido a que me gustaba teñírmelo muy oscuro, que al contraste con mi tez blanca me hacía parecer una chica vampira, un poco gótica. Mi rostro es ovalado y mis ojos son color café. Nunca me compliqué con la ropa; solía ponerme lo primero que veía en mi ropero. Es decir, masacraba un poco la moda ya que buscaba atuendos que no armonizaban; y la verdad eso nunca me preocupó.