Un hombre que no sabe lo que es amar, una joven que se niega a agachar la cabeza y un grupo de cinco mujeres indomables, nos harán vivir una serie de aventuras medievales cargadas de corazones dispuestos a todo por amor.
Lo llaman Alonso de la Cruz pero ese hombre no existe, él es Judá de Martorell, ese al que una mañana obligaron a inclinar la cabeza ante una pila bautismal cuando apenas era un niño. Ese al que se lo robaron todo...
Ella es Gadea Ayala. Su familia pertenece a uno de los mejores linajes de Castilla. Pura de sangre y corazón la joven oculta una personalidad indoblegable ante las vicisitudes.No es la más bella de las mujeres pero su voluntad férrea enloquece hasta al mas cuerdo.
Judá deberá reconocer que su corazón revive frente a esa mujer mientras Gadea encontrará la satisfacción de llevar las riendas de su propia vida. Ante una Toledo que se tiñe de odio y venganza nuestra pareja deberá demostrar que su amor es algo más que una simple alianza de poder.
Toledo, 1390. El reino de Castilla se desangra en una lucha de religiones y poder. El pueblo judío, acusado de la muerte del Mesías, intenta continuar con su vidas y hacer frente a los ataques cada vez mas hostiles. No te lo puedes perder
Viaja de la mano de Diana Scott por el corazón de la Castilla medieval.
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—¡Camina! — La orden atragantada por la desesperación de Haym retumbó en un espeso bosque que ya no los ocultaba —. La mujer prosiguió la huida sin materializar ni una de las miles de punzadas, que cual estoques ardientes, atravesaban de norte a sur su abultado vientre.
Las fuerzas le flojeaban y a punto estuvo de caer, aún así intentó ocultar las finas líneas de sangre que, bordeando la entrepierna como gotas de rocío en invierno, teñían de un rojo profundo sus avejentados zapatos. Quizás si llegasen al arroyo el agua ocultase su olor frente a los despiadados sabuesos, pensó Haym abatido y aferrando al pequeño de menos de un año, y que transportaba cual saco de patatas mal atado, sobre sus espaldas. Con temor centró la mirada en las botas de su ángel para divisar una nueva línea de sangre que manchaba los cueros desgastados de sus zapatos. En un completo arranque de desespero quiso sujetarla por la cintura y acarrear también con su joven esposa pero las fuerzas le flaquearon. Tres años de mala alimentación en unos campos que apenas daban cosecha, desgastaban hasta al más fuerte. Con los puños apretados miró al cielo y blasfemó una y mil veces contra aquél que lo había abandonado, otra vez. Haciendo acopio de unas fuerzas que no creyó poseer, lo volvió a intentar y esta vez pareció haberlo conseguido.
Language | Status |
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English
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Translation in progress.
Translated by Gabriela Godínez
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