Los campamentos piratas que salpican la costa de Somalia amenazan con secuestrar cualquier barco que se les acerque pero los países desarrollados no parecen capaces de hacer frente al problema. La industria energética mundial está al borde del colapso. ¿Podrá un hombre de negocios enfrentarse a los piratas? ¿Será capaz el fallido estado somalí de controlar su propia costa?
Un joven marino gaditano, huyendo de sus pesadillas personales, es elegido para acabar con los enemigos del magnate, pero ni siquiera el Índico está lo suficientemente lejos de su pasado. A medida que se desarrollan los acontecimientos, se intuye una trama más compleja detrás de los ataques. Sin darse cuenta, Pablo se ve arrastrado al centro de una conspiración internacional en la que solo contará con la ayuda de su dotación y su barco: el Albatros.
Genre: FICTION / Sea StoriesPor ahora el libro solo está en español y está teniendo un éxito moderado en Amazon.es, habiendo estado bastante tiempo el nº1 de su categoría. Los comentarios son todos de cinco estrellas y muy positivos.
Me gustaría traducirlo al inglés, pero estoy abierto a cualquier otro idioma.
Friedrich Gotthelf colgó el teléfono derrotado. En momentos como aquel, que el teléfono fuese de última generación o que la agenda estuviese repleta de los números de los empresarios más exitosos del mundo -en especial los del mundo del petróleo-, de personalidades e incluso famosos de todo el planeta y de más de un político, no importaba. El rico despacho -si se puede llamar despacho a una habitación más grande que la mayoría de los apartamentos- no le daba ninguna satisfacción; ni tan siquiera el sillón ergonómico de veinticinco mil euros le parecía cómodo. Después de lo que acababa de hacer todos sus éxitos desaparecían tras una nube que solo le dejaba ver el fracaso. ¡Por tercera vez en veinte meses!
Con la última llamada Gotthelf acababa de confirmar el pago del rescate del superpetrolero Dufourspitze, uno de los doce de la compañía Alps Tankers; su principal fuente de ingresos. Traducir el nombre al inglés había sido recomendación de uno de esos asesores que recibía sueldos estratosféricos por trabajos que, en opinión del magnate, no generaban beneficio alguno, pero que eran parte del negocio. En cualquier caso, a esos malditos piratas somalíes no parecía importarles el nombre de la compañía. Ni su nacionalidad, bandera, cargo, destino o cualquier otra cosa. Asaltaban cualquier barco que se encontraran navegando cerca -y no tan cerca- de Somalia mientras que les pareciese viable, y luego exigían el rescate. El Dufourspitze, junto con el Finsteraarhorn, el Nordend, el Aletschhorn, el Zumsteinspitze y los demás tenían que pasar por Somalia y atravesar el Golfo de Adén si no querían alargar su trayecto de forma que no resultase ni la mitad de rentable. [...]
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