Quizás José Roque Ramírez, apodado el Águila Negra, sea el más fabuloso y atrevido timador de la historia de Cuba, un tipo capaz de poner en jaque a la Policía de medio mundo. Es posible también que usted no haya oído hablar de él todavía. Sus familiares aseguran que “estafaba a los ricos y jamás empleó la fuerza bruta para sus fines”, cual Robin Hood caribeño. El reputado periodista holguinero Ángel Quintana recupera una historia perdida de una forma absolutamente documentada y narrada de forma ágil y vibrante. A poco que se descuide, el Águila Negra le robará… una sonrisa.
En este libro encontrará también un ramillete de crónicas cubanas, fruto de investigaciones minuciosas, que sirven para retratar una sociedad mediante el rescate de personajes anónimos u olvidados. Una auténtica joya periodística. En palabras del propio autor, “toda mi creación artística y el trabajo como reportero que realizo encuentran su base en mi profunda vocación humanista y en mi marcado interés por dejar plasmadas las historias de gentes que, aparentemente, no poseen historias; personas comunes y corrientes, por lo general muy humildes pero que, por sus maneras peculiares de relacionarse con los demás y enfrentar la vida, quedan para siempre en la memoria de los pueblos. También me he preocupado por contar anécdotas, historias y suceso acaecidos en nuestras comunidades urbanas y rurales, muchas de las cuales se convierten en leyendas que con el tiempo se van enriqueciendo, producto de la inagotable capacidad de la gente para fabular”.
María, de entre los muertos
Nada es tan brutalmente concluyente
como un hecho.
Broussais
Cuando correteó por todo el lomerío de El Cedrito la noticia de que María, la hija de Fidencio, había sobrevivido al accidente de tránsito, nadie quiso darle crédito a tan absurda nueva.
―¡¿Cómo va a ser posible eso?! ―se preguntó un viejo vecino, para acotar: ¡Si yo fui a su velorio y la vi bajar a la tumba con estos ojos que también se los va a tragar la tierra!
Muchos cuestionaban así la información, y no era para menos, pues hasta en el obituario del cementerio de Sagua de Tánamo se hace constar aún que María García Ramírez había recibido sepultura la mañana del 29 de junio de 1980.
Desde hace algunos años me rondaba la idea de escribir sobre este hecho, pero el suceso había transido de dolor a un amigo de la infancia y ello me detuvo de abordar el tema. Creí entonces que debía dejar todo donde estaba y relegarlo al olvido. Hoy para que el tiempo no deforme en su decursar la verdad sobre el retorno de María al seno de los suyos, ya que todos la daban por muerta, nos decidimos a narrar los acontecimientos.
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