Lucía es una chica normal y corriente que vive cómo quiere y puede. Comparte piso con sus dos mejores amigas, trabaja en una importante empresa y mantiene una relación más o menos estable con Daniel, el chico que le gusta. Pero un buen día todo cambia de la noche a la mañana. Lucía es enviada a otra oficina bajo el mando de una jefa déspota que parece tener algo contra ella. Como si esto no fuese suficiente, además tiene que aguantar a Marcos, un compañero que muestra un extraño interés por ella, no sabe si espía para la jefa o si sólo es un tarado. Para colmo, algo no acaba de funcionar bien con Daniel y la sombra de la sospecha empieza a planear sobre su idílico romance.
Y así, con la vida vuelta del revés, Lucía comprende que los cuentos no son más que un embuste y que lo difícil viene justo después del: “Y vivieron felices”
Esta novela se editó por primera vez en 2014, con muy buenas puntuaciones y reseñas.
El 14 de febrero de 2017 se vuelve a lanzar, alcanzando durante semanas el top 100 de ventas en amazon y el top en su género romántico. Sigue recopilando muy buenas puntuaciones y reseñas.
Cómo es posible que este hombre sepa tan condenadamente bien, pensé mientras saboreaba la lengua de Daniel que surcaba mis labios. El calor lograba traspasar los poros de mi piel y me sentía un tanto mareada. Estaba segura de que no era sólo por ese espectacular beso: podía haber influido que llevaba alrededor de tres noches sin dormir por el trabajo atrasado en la oficina (traducido en interminables horas extras no pagadas), que eran las cuatro de la madrugada, que había tomado ya tres cervezas y media y que estábamos en pleno bar Turbo Pub, rockero a más no poder (que últimamente frecuentábamos cada fin de semana). Theatre of Tragedy sonaba a todo gas retumbando en los oídos, en el corazón, en la piel y hasta en mis partes más íntimas, al mismo tiempo que Dani me devoraba escondidos en una esquina al fondo del local. Qué ironía que la canción que sonaba se titulara A distance there is, porque aquí, entre nosotros, no cabía ni una mota de polvo.
Me faltaba el aire, pero no quería apartarlo. La música cesó y pasó un instante antes de que Daniel se alejara de mi boca. Respiré. Noté que sus ojos me atravesaban la piel. Otro segundo más. No comenzaba ninguna nueva canción y él aprovechó ese minuto de silencio para dar un trago a su copa, lo que me dio oportunidad para recuperar el aliento. Era el momento, mi momento, desvié la mirada y percibí que el que pinchaba la música miraba extrañado hacia el ordenador, quizás tenía dos o tres segundos más antes de que empezara a tronar otra.
Me acerqué hasta su oído y grité, porque sí, porque aunque no sonara música ya estaba media sorda después de cinco horas en aquel antro.
Language | Status |
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Italian
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Already translated.
Translated by Tania Bacchiega
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Portuguese
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Translation in progress.
Translated by Mariana Frechon
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