«—¿Por qué lo has hecho? —me preguntó sin saludar siquiera.
Me dio un leve empujón y entró como un torbellino para pararse en medio de la inmunda habitación.
Su presencia desentonaba allí tanto como podía hacerlo un pato en un estanque de cisnes. Me pasé la mano por la frente para descartar la inesperada idea.
Mi sonrisa se hizo más pronunciada, más estudiada.
—No pienses por un momento que ha sido un gesto noble. No lo ha sido —la avisé consciente de por dónde discurrían sus pensamientos.
—¿Por qué lo has hecho? —me preguntó de nuevo con sus ojos fijos en los míos.
Instintivamente aparté la mirada. Céline siempre se empeñaba en buscar dentro de mí con la esperanza de encontrar algo más, me molestaba que lo hiciera porque yo sabía que nunca hallaría nada, al menos nada que valiera la pena ser encontrado.
Yo no era nada más que lo que se veía, por mucho que mi ropa y mis impecables modales pudieran dar a entender otra cosa. De alguna manera el dicho de «las apariencias engañan», en mí, resultaba una verdad absoluta.
—Lo he hecho por mí —contesté mientras la rodeaba—. ¿Qué esperabas, Céline?»
Estuvo durante un mes entre los más vendidos de Amazon y el número uno en juvenil.
«—¿Por qué lo has hecho? —me preguntó sin saludar siquiera.
Me dio un leve empujón y entró como un torbellino para pararse en medio de la inmunda habitación.
Su presencia desentonaba allí tanto como podía hacerlo un pato en un estanque de cisnes. Me pasé la mano por la frente para descartar la inesperada idea.
Mi sonrisa se hizo más pronunciada, más estudiada.
—No pienses por un momento que ha sido un gesto noble. No lo ha sido —la avisé consciente de por dónde discurrían sus pensamientos.
—¿Por qué lo has hecho? —me preguntó de nuevo con sus ojos fijos en los míos.
Instintivamente aparté la mirada. Céline siempre se empeñaba en buscar dentro de mí con la esperanza de encontrar algo más, me molestaba que lo hiciera porque yo sabía que nunca hallaría nada, al menos nada que valiera la pena ser encontrado.
Yo no era nada más que lo que se veía, por mucho que mi ropa y mis impecables modales pudieran dar a entender otra cosa. De alguna manera el dicho de «las apariencias engañan», en mí, resultaba una verdad absoluta.
—Lo he hecho por mí —contesté mientras la rodeaba—. ¿Qué esperabas, Céline?»