Laura Ugalde, una joven catedrática de antropología, decide abandonar su vida pasada y mudarse al pueblo de Erkiaga para realizar el proceso de reconstrucción facial de una joven desconocida, asesinada allí unos quince años atrás. Sin embargo, una serie de sucesos extraños empiezan a sucederle nada más llegar: episodios de sonambulismo en los que ella misma destroza su trabajo del día, fenómenos paranormales, amenazas para que abandone el caso...
A pesar de todo, Laura decide continuar con su trabajo pero varios hombres del pueblo empiezan a aparecer asesinados según ella avanza en el proceso de reconstrucción. ¿Estará ella cometiendo los crímenes durante sus episodios de sonambulismo? ¿O el espíritu de la chica está consiguiendo el poder suficiente para vengarse gracias a su trabajo? ¿O hay alguien tan interesado en que el crimen no se resuelva que va eliminando sistemáticamente a todos los testigos?
En los últimos tres meses ha habido un aumento de las ventas y, en estos momentos, suele estar en el top 20 de las novelas de terror de Amazon.es. Estoy teniendo unas ventas mensuales de entre 100 y 200 ejemplares.
Observó el lugar, sintiéndose confusa, planteándose de nuevo si estaba en un sueño. La luz era aún muy débil y una niebla espesa y blanquecina velaba el paisaje, como si fantasmas translucidos se deslizasen sobre la tierra húmeda. El silencio era absoluto, parecía que Rahu había sido el único ser vivo que habitaba con ella ese paraje perdido y ahora la había abandonado. Tenía que estar soñando, los gatos no se comportaban así, los bosques no podían parecer tan vivos y a la vez tan muertos.
El sonido de una campana quebró el silencio, haciendo que una bandada de pájaros saliese disparada de las copas de los árboles, llenando el cielo de saetas negras. Laura buscó con la mirada la procedencia del sonido. Debía ser el campanario de la iglesia, pero en los días que llevaba allí era la primera vez que la oía, así que no podía estar dando las horas. El sonido continuaba, repetitivo, pero sin seguir ningún ritmo ni formar ninguna melodía, caótico. Se preguntó qué estarían anunciando. Producía una extraña sensación de desasosiego, como si avisará de algún peligro. Se planteó que podían estar pidiendo ayuda por algo, quizá algún incendio. Se había dejado llevar por las teorías de Ander sin plantearse que podría haber algún pirómano por los alrededores que quizá había incendiado otra casa mientras los ocupantes estaban durmiendo. Entró en el bosque corriendo y cruzó el puente a toda la velocidad que le permitían sus piernas. La iglesia apareció entre los árboles, su alto campanario difuso tras la niebla.